Skip to content

Shabu’ot y las Azharot

    por Dr. José Edery Benchluch
    (Larache-Granada/Tetuán-Kenitra-Khemiset-Rabat/Tánger-Madrid/Málaga)

    Shavuot, es una de las tres Shalosh Regalim, festividades de peregrinaje al Templo, cuyo nombre proviene de la Torá “Siete Semanas”, pues se celebra cuando acaba este periodo del cómputo del Omer desde el segundo día de Pesaj. Como todos sabemos conmemora la entrega de la Torá y la Tablas de la Ley en el Monte Joreb o Monte Sinai el día 6 o 7 del mes de Siván. Recuerdo que entre diversos rabinos de Marruecos discutían cual de los dos días; aunque todos coincidían en que fue un Shabat. Por diversas circunstancias la festividad recibe varias denominaciones: Fiesta de las Primicias (Yom Habikurim), de la Cosecha, de la Conclusión, Entrega de la Torá, etc.

    Era y es tradición en Shavuot en sus esnogas o sinagogas durante el oficio de Minhá tras la lectura del Libro de Ruth, el meldar o leer las Azharot al igual que los asquenazíes meldan las Aqdamot. Las Aqdamot o “Preambulos” de Rebí Meir Ben Isaac Nehorai de Orleans, maestro de Rashí y paytan en la alemana ciudad de Worms, son poemas del siglo XI escritos en arameo y que se meldaban en el momento antes de su berajá o bendición de los cohanim. Y se caracterizan las estrofas por su terminación en tav alef, simbolizando que la Torá nunca se termina con la última letra tav del alfabeto y hay que comenzarla de nuevo como la letra alef.

    Lo curioso y anecdótico es que las Asharot para los niños de mi época en Marruecos representaba algo negativo, catastrófico o de desdichas. Pues estábamos acostumbrados que ante una desgracia o momentos de sinsabores nuestros mayores los expresaban en voz alta y apenados con la frase: “Es peor que las azarot de Mizrahi”. Por lo que de inmediato identificábamos “azarot” con el contenido de la obra de “Emeq ha bakha” o “Valle de las lágrimas” del conquense aragonés nacido “bajo los puentes donde todo el mundo baila”, mi colega y tocayo del siglo XVI Yosef Hakohen; o con las terribles destrucciones del Templo por babilonios y romanos; o con las peores desgracias de nuestro pueblo. Sin saber ni haber aprendido entonces que la famosa frase de las “Azarot de Mizrahi” no se refería a las Azharot de Shavuot, sino que era una simple deformación en la pronunciación para referirse a catástrofe, de la voz hebrea Azonot (alef, samash,vav, nun) transformándola en Azharot.

    Las Azharot, que significa “advertencias” o “exhortaciones” (de exhortar, que es actuar de cierta forma mediante razones o ruegos) fueron originalmente en su creación, probablemente en Babilonia en el siglo IV EC, composiciones de tipo didáctico religioso en prosa; y la denominación de Azharot o “Exhortaciones” proviene probablemente que una de las estrofas en prosa en el sidur de Amram, Gaón de Sura, comienza con dicho nombre. Durante toda la Edad Media se fueron transformando en verso sus preceptos creándose un subgénero poético con las azharot.

    Numerosos fueron los autores que se dedicaron a escribirlas siendo inicialmente el mas conocido Saadia Ha Gaon que en el año 925 compuso un poema de este subgénero que se popularizó entre las comunidades de corrientes litúrgicas babilónicas de Babilonia, Provenza, Yemen y Palestina. Estas azharot fueron desplazadas con el tiempo con nuevas versiones de autores sefarditas occidentales como el tudelano Yudah ben Shemuel Haleví y el dayan de Denia nacido en Barcelona en 1043 Isaac ben Reuben ha Barceloní. Las azharot de este autor estaban muy difundidas entre las comunidades de Marruecos, exceptuando Fes y las ciudades del norte y las cercanas a la frontera con Argelia y el Oranesado, donde gozaban de mas fama las del malagueño Selomó Ibn Gabirol, quien nacido en 1020/1022 era dos décadas mayor que el barcelonés Isaac ben Reuben.

    Las Azharot de Shelomó ben Yehudáh Ibn Gabirol o para los árabes Suleyman Ibn Yahia Ibn Yabirul o para los cristianos Avicebrón que las escribió a la edad de 16 años, fueron desplazando en nuestro mundo sefardí occidental a todas las demás. El poeta malagueño, el más grande neoplatónico del medievo árabe y el más grande poeta judío medieval de poemas litúrgicos, escribió dos azharot: una que es Eloheka es oklah, de la que solo se conserva los preceptos positivos; y una segunda que es Semor libbi maaneh que contiene los preceptos positivos y negativos y que es la más famosa y conocida. Las Azharot están formadas por 25 estrofas en forma poética de cuatro versos cada una con la característica paytánica de que la primera palabra de una estrofa es la misma que la última palabra de la estrofa anterior.

    Este segundo poema de Semor libbi maaneh de Ibn Gabirol utilizado en la actualidad, fue extendiéndose y desplazando a los demás de azharot entre los sefardíes, principalmente en el Magreb, Península Hispánica, Yemen, Palestina y Provenza, conservándose bastantes ediciones en hebreo y algunas en ladino. La primera traducción del hebreo, ya que Ibn Gabirol escribía en shona kodesh o “lengua sagrada” sus versos y en árabe sus obras en prosa, al castellano fue en el siglo XVIII en Livorno por Isaac Nieto; y hasta el siglo XX no se comenzó a conocer sus obras en castellano. Yo tuve el buen mazal (suerte) de poder leer las traducciones de mi amiga la prestigiosa investigadora Elena Romero (viuda del conocido ceutí e investigador también en el CSIC Jacob Hassan, zl) y de la granadina María José Cano. Y sobre todo de mi querido profesor en Granada David Gonzalo Maeso (falleció en Alicante, 1990 con 87 años), que era un pionero hebraista y excelente pedagogo catedrático de Lengua y Literatura Hebrea. Y quien como amigo de mi padre me ayudó en mi tesis de Medicina: “Los médicos hebreos en El Andalús”; y en estudiar y conocer a las celebridades históricas judías hispanas de la Edad Media.

    Durante la lectura de las Azharot que son poemas litúrgicos de enseñanza o en forma de verso de los 613 Mandamientos de la Torá, cuyo desglose atribuido a Maimónides “Rambam” los divide en 365 de “no hacer esto” o negativos que se se solían meldar en la esnoga el segundo día de Shavuot y los 248 de “hacer esto” o positivos leídos el primer día. Y era costumbre entre meknasis, sefriuis, bidauis, fasis, marraqchís, rabatís o eslauis, que cada persona leyera dos estrofas y si se equivocaba les lanzaban improperios y mojaran con jarros de agua. Por ello para el segundo día se solían elegir de antemano a algunos mezquines o pobres a los que se premiaban luego con dinero por dejarse mojar.

    Aunque entre los lahraishis de Larache, los kasris de Alcazar, los azilashis de Arcila, los tanshauis de Tánger o los tetaunis de Tetuán, no recuerdo esta costumbre, aunque nos la comentaba el hermanastro de mi abuelo paterno, el también meknasi Rebí Yusef Messas. Ya que con la llegada a Meknés en 1911 del prestigioso y culto rabino oriundo de Rusia Rebí Zeev Wolf Halperin, tras su paso por Londres y su larga estancia en Larache como rabino y socio de mi abuelo Yamín Edery Busidan; tuvo una gran influencia en las instituciones rabínicas. Fue un reformador, no en la liturgia, pero si en determinadas tradiciones a través de las yeshivot o seminarios por él creados en Meknés, Sefrú y Fes. Y sobre todo en relación a Shavuot influyó a través de las autoridades rabínicas para que el tradicional bachucheo y mojaduras con agua, que en ocasiones era mezclada con pétalos de flor de azahar, de los meldadores en el interior de las esnogas, se prohibiera. Con lo que dichos actos con el agua, bachuchos y rashachachat, se trasladó a las calles desde entonces, siendo protagonistas los niños y jóvenes.

    Recuerdo en mi niñez, en viajes acompañando a mis padres a Meknés durante Shavuot, en nuestra también Slat o Sinagoga Berdugo en el Vieux Mellah (mismo nombre que la nuestra en Larache edificada por mi bisabuelo paterno Yusef Berdugo Ohana que era representante en el norte de Marruecos del Sultan “Tujjar al Sultan” para comerciar en exclusiva con Europa) se arrojaba el agua con jarras y/o rashachachat que durante el oficio de Minhá “bañaban” al que se equivocaba en la lecturas de las últimas estrofas de las Azharot. Si se equivocaba (cada persona solía meldar una estrofa), todo el kahal gritaba en tres idiomas o en uno de los tres: ¡répète!,!haued¡,¡repite! (la “i” solían pronunciar “e”). Y solían añadir:¡tu ne sais rien!, ¡al jamor! (no lo decían en árabe jmar o burro porque se consideraba un insulto). Recuerdo, que al último que leía, se equivocase o no, le rociaban entre todos de agua, aunque luego le daban un regalo que tenían preparado; y si era un mezquín (que creo era lo habitual) le daban dinero.

    Que lástima que tantas familias de Marruecos, tanto sefarditas como toshabim (autóctonos) que emigraron a Israel hayan olvidado estas tradiciones y hayan adquirido costumbres originarias principalmente de Europa en las comidas tradicionales de shavuot; lo que he constatado también en mis familiares residentes en Israel. Supongo que será por comodidad, por mayor influencia cultural o por incultura o ignorancia. Cuando lo mas lógico sería conservar nuestra tradición judía sefardí de nuestras ciudades del Magreb donde nacimos y nos criamos y enriquecerla con aportaciones parciales o complementarias de otras culturas, pero siempre conociendo origen e historia de la tradición.

    Para fiestas y alegrías vos escribamos siempre, y que lo leáis con salud y bienestar, amén.

    Hag Sameaj Shavuot

    Dr. José Edery Benchluch,
    Al Tebíb Harofé 16 de mayo de 2021.

    Leave a Reply

    Your email address will not be published. Required fields are marked *